Silvaner, Riesling y Müller-Thurgau

Cuando se es viticultor, se vive según las estaciones y se es consciente de que sólo se dispone de un número limitado de años para crear un vino que responda a las propias exigencias. Cada error es una oportunidad para hacerlo mejor la próxima vez y, si te fijas bien, puede evitar que lo cometas una segunda vez. Con el crecimiento de las vides, la maduración de las uvas, la vendimia en otoño y los cuidados en la bodega, cada etapa abre una posibilidad increíblemente grande de cambios para poder presentar los vinos de la mejor manera.  Sin embargo, a menudo menos es más en este caso. Cuando el concepto y la idea de un vino surgen en primavera, se trata de observar y reaccionar, dirigir y apoyar para crear un vino para los momentos de placer imaginados y luego, quizá un año después, poder servirlo en la copa. El vino crece en la viña, no en la bodega.